Hijos de la Tierra
Tierra de las cuevas pintadas
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El grupo de viajeros avanzaba por la senda paralela al Río de la Hierba, entre sus aguas cristalinas y chispeantes, y la pared caliza blanca veteada de negro que se alzaba en la orilla derecha.
Antes de llegar a la bifurcación, una joven situada casi en la cabeza del grupo se paró de pronto y, totalmente inmóvil, fijó la mirada al frente, con los ojos muy abiertos.
(Auel, 2019, pp. 9-21)